El crecimiento de una urbe cualquiera, incluida por supuesto Medellín, implica una evolución de la misma: parte de unas características iniciales, llenas de tintes locales, muchas veces rurales, conservadoras y cerradas. Pero cuando la ciudad crece, va dirigiéndose cada vez más hacia un contexto multicultural, ya no solo local, más amplio y variado, y el cual se acrecienta con el tiempo.
Medellín es en primer término, y por naturaleza, legítima heredera y depositaria de la cultura paisa raizal rural, la cual ha conservado y cultivado tozudamente. Pero en la ciudad del siglo XXI ya se encuentra presente también todo el elemento cultural nacional colombiano. Es, ante todo, una ciudad de Colombia, y ello está expresado incluso en sus propios conflictos, maneras de buscar soluciones, participaciones políticas, organizaciones sociales, literatura, folclor y arte. El mismo regionalismo profundo que lleva en su espíritu el medellinense como habitante de la región paisa, no hace sino confirmar y reforzar esa otra identidad colombiana, la "paisa", que se respira en la llamada “Capital de la Montaña”.
Desde el año 2007, la ciudad comenzó a abrirse con total decisión a todo tipo de expresiones culturales foráneas, nacionales, internacionales y cosmopolitas, sin abandonar su trasfondo y naturaleza originales, y ha resuelto abandonar su tradicional esquema de aislamiento para incrustarse de lleno en la globalización e internacionalización. Es hoy día una urbe "disparada" hacia un renovado futuro incluyente y agregador de valor.
En 2010 se celebró en la ciudad el III Congreso Iberoamericano de la Cultura, que contó con la participación de unos 250 expertos de 22 países y 8.000 asistentes que tomaron parte en conciertos, talleres, mesas redondas, conferencias, y en el primer Mercado Cultural de Medellín, bajo el lema “Las músicas de Iberoamérica del siglo XXI”.
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